martes, 28 de xaneiro de 2014

Las novelas que leemos dejan huella en el cerebro

Ayudan a mejorar la empatía porque activan las regiones cerebrales que nos ayudan a ponernos en la piel de los otros


“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, sostenía Miguel de Cervantes. Y no le faltaba razón, como en tantas otras cosas. Leer es una saludable actividad para el cerebro que no sólo aumenta nuestra empatía, al facilitar que nos pongamos en la piel de los personajes que viven en sus páginas, sino que también deja una huella duradera en el cerebro relacionada con las aventuras que leemos. Al menos eso es lo que sostiene un estudio de la Universidad de Emory, publicado en “Brain Connectivity”, que asegura que las novelas pueden cambiar el cerebro de forma parecida a como lo hace la experiencia cotidiana.

La lectura de un libro como Pompeya, de Robert Harris, que narra las últimas horas de la ciudad italiana tras la erupción del Vesubio en el año 79 d C., logró aumentar la conectividad de la corteza temporal izquierda en el cerebro de 21 voluntarios que participaron en el estudio durante 19 días. El incremento de conectividad de esta zona, que alberga el área del lenguaje, persistió después de acabar el libro, lo que hace pensar que estos cambios son duraderos. Los cambios en esta zona podrían ser hasta cierto punto esperables, ya que la corteza temporal izquierda, además de estar implicada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión, interviene también en el análisis de las oraciones complejas que conforman un libro.

En la piel del protagonista


Por: Pilar Quijada 


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