La cuchara menguante es posiblemente el más entretenido, erudito y mejor trenzado relato sobre la historia de la tabla periódica que se ha publicado jamás, así que todos esperábamos ansiosos su próxima incursión en el ensayo de Sam Kean con El pulgar del violinista. En esta ocasión, el tema rector es la genética. Y su forma de contarlo, la misma de siempre: deslumbrante, e interconectada.
No ha escrito el mejor libro de genética (es difícil, habiendo por ahí pesos pesados como Richard Dawkins, por ejemplo), pero sin duda es uno de los más refrescantes, por ello nos ha inspirado para artículos como Los nombres más raros para cromosomas de la mosca: groucho, pitufo, pokemon
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Para acabar de convenceros (sobre todo a los que no conocéis a Sam Kean), aquí os dejo la atractiva sinopsis:
Paganini fue un violinista con un don tan grande que toda su vida tuvo que despejar los rumores de que había vendido su alma al diablo. Sin embargo, lo cierto es que su maestría tenía mucho que ver con su ADN, pues padecía un trastorno genético que lo había dotado de unos dedos monstruosamente flexibles, el conocido como pulgar del violinista.¿Estuvo la raza humana a punto de extinguirse? ¿Puede la genética explicar el amor incondicional de una mujer por su gato? ¿Qué culpa tiene el ADN de que nazcan niños sin huellas dactilares o de que Kennedy tuviera un cutis bronceado? ¿Están los genes tras el talento de Einstein?