POR:GRACIELA TAFFARELLI
Cuáles son las situaciones que convierten al lugar de trabajo en un espacio de salud o de enfermedad. Claves para prevenir o curar un clima laboral nocivo.
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Es importante buscar formas de intercambio comunicacional donde puedan plantearse los conflictos.
“El trabajo dignifica…” ¿Cuántas veces hemos escuchado y repetido este mensaje? ¿Cuáles son los fundamentos para afirmar esto?
La labor es algo que siempre acompañó al hombre desde sus comienzos. Conseguir los alimentos para sobrevivir, un lugar que lo proteja del clima y de las amenazas del entorno fueron las primeras motivaciones que tuvo para “trabajar”.
Hoy es una acción que desempeña no sólo para sobrevivir, sino para crear, desarrollar ideas y desplegarse en sus capacidades y su potencialidad.
Los espacios laborales donde las personas se sienten identificadas, reconocidas y valoradas aportarán aspectos significativos que influirán sobre ellas, de manera positiva, no sólo dentro del espacio laboral sino también fuera de él.
Cuando un individuo logra bienestar mientras desarrolla su tarea, porque se siente parte de un grupo humano y desempeña un rol valioso para concretar objetivos y proyectos de trabajo, es muy probable que su compromiso y su motivación aumente, su accionar se direccione más fácilmente hacia el logro de dichos objetivos y tienda de manera espontánea hacia un crecimiento individual y grupal.
Cuando por el contrario los códigos que circulan para el cumplimiento del trabajo guardan relación con la desvalorización, la presión, el condicionamiento excesivo, la despersonalización y la crítica desmesurada, sin lugar a dudas esos climas pueden provocar en las personas situaciones y reacciones que obrarían precisamente en sentido inverso de los mejores resultados.
En muchos casos el malestar llega a ser tan intenso que los individuos comienzan a presentar determinados síntomas que los alejan paulatinamente de su actividad y de un buen rendimiento, poniendo en riesgo su salud psicofísica.
Síntomas tales como estados de ansiedad e irritabilidad, angustia, depresión, desmotivación, sensación de constante fatiga, sensación de impotencia, sentimientos negativos o de culpabilidad, frustración, malestares estomacales, dolor de cabeza, hipertensión y otros, nos pueden estar alertando de cierto grado de estrés o de síndrome de burnout (estar quemado).
Generalmente esta situación puede ser la consecuencia de todo un circuito donde la demanda laboral es excesiva, las relaciones interpersonales guardan cierta tensión y exigencias que se extralimitan, despersonalizando a los afectados, que quedan en estados vulnerables con una baja autoestima y pocas posibilidades de recuperar el equilibrio.
Prevención del malestar laboral
- En primera medida hay que diferenciar lo laboral de ciertos aspectos personales. Cuidar la manera en que se vinculan las personas, teniendo en cuenta tanto quienes se encuentran en un rol jerárquico como aquellos que comparten iguales niveles.
- Buscar formas de intercambio comunicacional donde puedan plantearse los conflictos que surgen tanto de la tarea como de los vínculos e intentar resolver.
- Revisar las claras limitaciones del factor tiempo. Este suele ser uno de los aspectos nodales en estas problemáticas. Se vivencia como el tiempo que nunca alcanza.
- Crear espacios de evaluación de la tarea compartida, generando participación grupal en las propuestas de mejoras.
- Por otra parte las actividades recreativas, la actividad física, el contacto con la naturaleza contribuye de manera positiva ,especialmente en aquellos individuos que tienden a estresarse más fácilmente.
- Cuando los síntomas se presentan de manera frecuente o van incrementando la intensidad es muy apropiado consultar con un profesional de la salud física y/o emocional.
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Graciela Taffarelli es Consultora Psicológica, especializada en Desarrollo Personal
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