venres, 2 de agosto de 2013

La primera novela interactiva: Rayuela

Rayuelade Julio Cortázar, cumple este año 50 años de su publicación.

Mucho antes de internet, mucho antes del 2.0, mucho antes del hipervínculo, de los navegadores, de las webs, blogs y de las redes sociales… mucho antes, hubo un escritor que tuvo la genialidad de hacer, de una novela publicada en papel, un anticipo analógico de la navegación digital.

Corría el año 1963. Y todavía se escribía a mano o, como mucho, con las ya vetustas máquinas de escribir.

Pues bien; a comienzos de los 60 del siglo pasado, un escritor, conspicuo representante de uno de los fenómenos más singulares y prolíficos de la literatura del s XX, y acaso de la literatura universal, se saca de la manga una novela que rompe con las normas tradicionales de la creación, de la escritura y, sobre todo, de la experiencia de la lectura.

Se trata de 155 capítulos, dispuestos físicamente en un determinado orden, obligado por el sistema de impresión en papel, pero para los que el propio autor propone dos formas diferentes de lectura, a elección del lector:

- Una secuencial, desde el primer capítulo hasta el 56. Allí se puede dar por teminada la lectura "sin remordimientos".

...…un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (…)

…...diciéndose que al fin y al cabo algún encuentro había, aunque no pudiera durar más que ese instante terriblemente dulce en el que lo mejor sin lugar a dudas hubiera sido inclinarse apenas hacia fuera y dejarse ir, paf se acabó.

- Otra, comenzando por el capítulo 73, y saltando después a los capítulos que indica el propio autor al final de cada uno, rompiendo la secuencia cronológica, para adentrarse en una experiencia interactiva que permite profundizar en el universo creativo de la obra.
Cuántas veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un tiempo e n que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles y máquinas de conformismos. Pero preguntarse si sabremos encontrar el otro lado de la costumbre o si más vale dejarse llevar por su alegre cibernética, ¿no será otra vez literatura?
Desde el momento de su publicación se la calificó de novela abierta dejando abiertas las puertas a innumerables interpretaciones, lecturas y análisis.

No es novela fácil, para qué les vamos a engañar, pero su magisterio creativo y narrativo ha influido en todas las generaciones posteriores de escritores.
Hace unos años, un amigo que se enfrascó en un largo viaje de borrón y cuenta nueva, eligió para cargar en su exiguo equipaje, de entre todos los libros posibles, esta novela. Él tuvo claro qué libro llevarse a una isla desierta.


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