venres, 21 de decembro de 2012

Fin del mundo



Aburridos con tanta especulación esotérica y seudocientífica sobre el fin de los tiempos, el reconocido instituto de astronomía Carl Sagan presentó un listado de hechos concretos sobre el 21 de diciembre. Las profecías maya, el planeta Nibiru y varios otros temas son explicados por la institución científica.

Se ha extendido un terror generalizado a un supuesto día del juicio final fechado para el 21 de diciembre de 2012. A algunos les preocupa una profecía maya del fin del mundo, mientras que otros temen una serie de sucesos estelares que implican la colisión de la tierra con un planeta vagabundo.

David Morrison, director del Instituto Carl Sagan y científico de la NASA, explica en la introducción del listado que presentamos a continuación, que en Estados Unidos “una de cada 10 personas está preocupada por lo que pueda suceder el 21 de diciembre”. Mientras, muchos profesores reportan que sus alumnos se muestran temerosos sobre un supuesto apocalipsis. A continuación, algunos datos científicos para contrarrestar los constantes llamados al pánico.

1-Calendario Maya: El calendario Maya, que funciona con diferentes ciclos de días, no termina este año. Más bien termina un ciclo de 144 mil días (394 años) y comienza el siguiente ciclo.

2-Profecía Maya: La antigua Cultura Maya nunca predijo el fin del mundo ni ningún desastre para diciembre de 2012. El resto son patrañas modernas.

3-Planeta Nibiru: Nibiru es el nombre de un dios encontrado en un antiguo escrito mesopotámico. No hay ningún planeta llamado Nibiru y los libros ficcionales del economista Zecharia Sitchin, que hablan de una supuesta civilización en este planeta son un invento raro.
4-Planeta vagabundo que va a chocar con la tierra: Desde la pasada década se habla de un astro vagabundo que ha sido llamado Planet X, Nibiru, Hercóbulus o cometa Elenin, que chocaría con la Tierra en 2012. Estas afirmaciones no son verdad. Si existiera tal amenaza, sería uno de los objetos más brillantes en el cielo y los astrónomos lo hubieran rastreado hace años. Si existió, su gravedad hubiera afectado la órbita de planetas, en especial la Tierra y Marte. A los astrónomos les consta que esto no existe.


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